Terminó el día, ya todo pasó. Mi sonrisa de señorita perfecta ganó a duras penas la batalla diaria que tiene pendiente con esas lágrimas que aún tienen la desdicha de llevar tu nombre.

Esta vez quiero seguir batallando; un día más no, por favor. No, no me hagas esto, no tú. Se me escapan los recuerdos… se me escapa tu ex amor. Malditos recuerdos, maldita memoria eidética selectiva, malditos todos, maldito tú por tenerme en el limbo casi infierno, maldito “If I let you go” que no me dejaba ver que de verdad tú no pertenecías aquí.

Soñé y soñé pero sólo en mis sueños logre idealizarte y ser lo que nunca llegaré a ser pero que grande era el deseo.

No, no me duele nada. No, no reconoceré que me duele perder este sueño, no porque no quiero sentirte cerca, no quiero que sepas el secreto aprecio hacia todo lo que tú generaste en mí. Y si justo ahora me lees, quiero que sepas que no me duele, que sigo siendo fuerte, que mi corazón es de piedra y que tal vez nunca llegue a sentir algo jamás; léeme que yo también lo haré para poder creérmelo.

Me recuesto levemente sobre mi cama, todo con lentitud más que paciencia. Miro todo alrededor, ningún detalle se me escapa porque todo vuelve a ser nuevo para mí, pero ese muro que lleva escrito torpemente unas letras de canción en tu nombre tropiezan con mi perdida y ofuscada mirada, recuerdo la sonrisa que llevaba cuando esbocé mediante líneas un “I knew I loved you before I met you” y todo en mi interior duda, tiembla, se rebalsa. Torpemente sonrió con los labios pero con los ojos llenos de lágrimas a nadie engaño vendiéndole tanta felicidad que sólo es un triste pedazo de pensamientos mal evocado.

Espera, espera por favor aunque no quieras; tengo que venderte la imagen de chica dura, de mujer sin sentimientos y feminista empedernida. Por favor, mírame cómo sonrío y me divierto, convéncete con la idea de que disfruto de todo esto. Por favor, convéncete tú que en verdad no creo que yo lo haga.

Y fue así como vacié todas las lágrimas que tenía en los ojos y me volví tan experta que, ya sin lágrimas, aprendí a llorar en silencio.

0 hh!:

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