Viernes 7 de diciembre del 2012, no sé exactamente la hora, tampoco quiero saberla. Mi vacío inexistente ha resucitado gritando un nombre que no tiene forma, un sonido que es mudo pero que me traspasa.
Desearía tener un ángel, alguien que me diga que todo pasará, que anhelar aquello que nunca jamás sucedió es peor que extrañar algo que en verdad sucedió; mi ángel blanco que vive en mis eternas tinieblas, no dejes que ellas te atrapen, ellas son embusteras. No les creas que todo está bien, no les dejes crees que eres feliz. Saca todo lo que te exprime, no saques esa sonrisa vana.
Y también desearía tener otro ángel, otro que me diga que todo lo malo es bueno y que me haga creer que verdaderamente todo es calmo y soy feliz con esta absurda vida. Un ángel sombrío para que viva conmigo bajo el calor de mi sol y la luz de mi luminosa luna. Un ángel que me haga ver espejismos de amor, ternura en un abrazo hipócrita para hacerme sentir con vida… que mis propias reglas funcionan y que todo siempre se debe hacer todo a mi manera.
Paso por mi momento consciente y no puedo aún reconocer si eso es bueno o malo. Sé que mi vida es una mentira, todo un teatro bien montado, toda una comedia dramática donde la única víctima soy yo y mis estúpidos sentimientos que son cobardes y se esconden cada vez que tienen que realizar su puesta en escena.
La triste realidad es que no tengo ningún ángel y, conociendo mi vida, ya estoy asimilando que jamás conseguiré uno. Es por ello que aprendí sólo a quedarme lo necesario, lo conveniente y huir cuando me siento amenazada.
No lo sé, no sé si en verdad existo, no sé si en verdad me ven, si en verdad me veo. Sólo verme en espejo y ver la sangre salir de mis muñecas me hace sentir real… viva.
Intento no parecerme a todas hablando y llorando por un amor perdido o uno que jampas llegó. Sólo entiendo que te necesito, persona invisible y sin nombre ni apellido… a las finales tú eres el único que se lleva todos mis escritos, todos mis sentimientos infundados, todo mi dolor innecesario.
0 hh!:
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