Viernes 1 de febrero del 2013; hora, no tengo ni la más mínima idea pero ya debe ser de madrugada porque todos en casa duermen, no se escucha ruido alguno.

Desearía poder dormir como una persona normal y no pensar tanto… no pensar tanto en ti, en alguien que no existe, que no se digna a aparecer, que no tiene ni la más mínima idea que hay alguien que en verdad lo necesita. Juré que nunca más volvería a escribirte, pensé que sería fácil mantenerme alejada de todo esto; lo intenté, juro que en verdad lo intenté hasta más no poder y es por eso que hoy te escribo con una mezcla de sentimientos que están difusos pero claros a la vez: siento tanto odio, rabia, desdicha que lloro de amargura; perdón, no sé cómo contener esto.

Pensé que el verano, las distracciones, los fines de semana de perdidas iban a distraer mi mente, iban a alejar mis pensamientos de ti. ¡Perdón, no soy perfecta! Este verano se ha convertido en un infierno para mí… se ha convertido en mi propio infierno personal, tal vez yo sola me he encargado de que todo esto se vuelva en contra mía. Estar sola en medio de tanta sociedad hipócrita me destruye… tal vez no tengo toda la madurez para enfrentar tantas desgracias que yo sola me he creado.

Ya casi no hay tinta, ya casi no me queda vida, ya casi comienza mi agonía. Solo he cumplido una promesa a medias, que no ha sido nada fácil mantenerme sobria hasta encontrarte. Mira! ya no puedo si quiera distraer mi mente con eso.

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