No escribo. No tengo letras. Se me acabaron las palabras. Olvidé como apilarlas hábilmente, cómo ordenarlas sujetas en precario equilibrio, cómo construir con ellas oraciones con sentido. Confundí las vocales, perdí algunas consonantes y desordené la sintaxis lógica de mis frases, haciendo imposible cualquier intento de comunicación mediante mis textos. No escribo, pero hay días en los que sí escribo- Y esto tal vez te suene un poco a Neruda quien como yo podía escribir los versos más tristes esta noche.- Miró fijamente en papel y murmuro una letanía de rimas y citas sin ningún sentido. Y entonces me corto con la punta de un verso astillado, y sangras.
E. M. I.
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