

Lunes 1 de septiembre de 2014 y mi noche va siendo rara, no un "rara" normal, sino un "rara" con un vacío, un "rara" con un nombre... no, un nombre no, una idealización. Madrugada, septiembre, invierno, oscuridad.
He venido corriéndome de esta noche tantas noches que me sentía explotar. He venido rehuyendo de este momento que podrá describir como devastador, me siento tan perdida en mí misma y en mi mundo construido torpemente como mecanismo de defensa que siento que las palabras se me escapan sin sentido; pero he de reordenarme nuevamente.
No música, no ruido; quiero entregarme por completo a este tormento celestial que es tu recuerdo. He atravesado muchas etapas pero continúo siempre con "este ir y venir del carajo". Te he amado, te he odiado con rabia, te he extrañado... creo que es más eso. Odio las noches como estas, donde mis dos "yo" se enfrentan: uno reclamándome tu existencia y el otro pidiéndome vivir en este mundo al cuál sé, en lo secreto de mi alma, que no pertenezco. Muchas cosas me hacen extrañarte aun a pesar del tiempo: las madrugadas, esos "asdadfsd..." que expresaban mil sentimientos... me estoy destruyendo y te juro que no sé cómo parar.
Juré que no volvería a escribirte pero ¡mírame! aquí me tienes nuevamente rendida a tus pies, soy como un perro que vuelve a lamer de su vómito. Tengo muchas cosas en la mente, cosas que te diría en este escrito pero de alguna forma siento que ya te lo he dicho en tantos otros.
Y, sin rodeos y con toda sinceridad, juro que te extraño.
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