Presiento que esto va a doler. Siento el sonido de la explosión. Pienso, intento hacerlo; no, mejor no, invades todo pensamiento, habla y fe.

He comenzado un nuevo registro y no quiero que vaya dirigido a ti. Si no te tengo ¿ya para qué carajos seguir? A la mala he tenido que aprender que debes deshacerte de las personas que no te valoran como lo haces tú.

Huyo de la oscuridad y su infame olor a alegría con tu nombre en ese espacio cósmico que despierta mi lado autodestructivo que he aprendido a complacer a la perfección. Esto duele, pero ¿qué es lo que duele? ¿dónde duele? ¿por qué duele?

No duele como antes, pero duele. Lo hace porque sabe del fin, sabe que que este dolor me está resucitando; lloro no del dolor de no poder hablarte, lloro porque mi yo interno que no te dejaba ir te ha comenzado a soltar a borbotones y ha comenzado con esa extraña sensación de añoranza.

Y pasan los días, infernales al principio pero salgo victoriosa sin saber ni preguntarme cómo. Es lo mejor me digo,desaparece que así me ayudas a desaparecerte de mí, arrojarte al vacío de donde saliste.

Pasan los días y ahora sonrío pensando en lo de ayer, en esa nada por la que viví feliz. Pasan los días y me siento productiva nuevamente, camino recuperando mi cordura evitando toparme con esas asignaturas virtuales tuyas que aún quedan dentro mío.

Camino salteando canciones romáticas en mi mp3, pensando en que debería escribir todo lo que pienso y considero bueno, sabiéndome alguien que no marca su camino pero que sabe por donde va, contando los pasos que da sin apuro de nada.

Pasan los días y soy nuevamente Pamela; no amor, no cariño, no dolor. Hora a hora siento cómo te vas expirando en mí. Minuto a minuto lucho para que tu recuerdo se aplaque con cualquier intento vano de sentirme superior. Segundo a segundo agradezco tu drástica desaparición de mí, ayudaste a que comience sin siquiera pensarlo mi despido mental de tu persona, algo que sabía debía hacer hace mucho pero no podía.

Traté de convertirme en metanfetamina para ti. Tonto intento de tratar de capturarte.

Pasa otro día y ahí estás tú nuevamente, apareciendo cuando ya he comenzado a soltarte.

Me siento idiota, estúpida, tonta porque ni siquiera soy capaz de convencerme a mí misma que puedo dejarte ir. No dejarte ir porque nunca estuviste presente ¿ves lo tonta que soy? Clamando por ti sin siquiera haberte tenido.

Pero todo eso se va, todo se oculta al pasar el sol y me consuela saber que en algún momento me desintoxicaré de ti.

http://www.youtube.com/watch?v=8dn2uxL_vdM

He de reconocer que, a tu lado, los cigarrillos saben mucho mejor y que el humo se vuelve de mil colores.

http://www.youtube.com/watch?v=8y51aqm_oTE

“Te borraría de mi mente, pero a mitad del proceso, vería de uno en uno, los recuerdos que tuvimos, todos esos recuerdos que harán que mientras más te quiera olvidar, más querré que te quedes en mi mente, porque ahí es a donde perteneces” – Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos.

Esta vez ha sucedido algo diferente, todo se siente extraño, nuevo, inexplorado; tan parecido al mundo que conocía al conocerte, tan diferente al pensamiento que me hiciste pensar pero tan igual al sentimiento de la sangre correr por mis venas que me hiciste sentir.

Veía tu foto, tan reprimida tratando de encontrarte hermoso, leía conversaciones pasadas buscando en las actuales un poquito de la persona que me cautivó; pero mi alma se desplegó y fue una de las mejores cosas que pudo hacer. Me mostró lo idiota que me veía esclavizada a tu imagen, odiándote a ratos pero queriendo hacerte la persona más feliz del mundo al segundo siguiente.

Aun no entiendo la fuerza que nunca antes tuve para dejarlo todo por ti, aun no entiendo por qué no fuiste capaz de entenderme. Tal vez no fui yo, tal vez no fuiste tú, tal vez sólo fue el estúpido destino que jugó con nuestras mentes en distintos turnos aberrando condiciones francas de amores pasados.

Fuera yo Dios para poder mover las cosas a su orden natural y no dejarlas sueltas en orden aleatorio.

Pero de algo sí estoy segura, algo de lo que no puedo dudar. Tal vez no me enamoré de ti, tal vez lo único que quería era aprender a amar, sentir, tenerme ocupada en alguien. Tal vez te confundí con el amor de mi vida, tal vez sólo quería descargar el cariño acumulado que tenía por tantos años que me hice la dura. Tal vez simplemente quería encontrarle un destinatario a tantas canciones de amor que había escuchado, tantos versos románticos que había memorizado y tantos escritos dedicados a un nombre tácito, invisible. Tal vez tú apareciste en el momento en que esa tormenta cósmica estaba a punto de explotar, momento exacto en el que pudiste comprenderme, escucharme, consolarme, no juzgarme y de a pocos, tan solo de a pocos casi casi enamorarme.

Gracias por todo, la verdad es que inconscientemente me despido y va siendo la despedida más cortés que he presenciado por parte mía. Será tal vez porque, a pesar de las mil y un sonrisas que me sacaste, los mil y dos escritos inspirados en tu nombre que te escribían como el amor de mi vida y que terminaron en cenizas, siento que me sacaste mil y tres lágrimas por noche donde yacía llena de pesares ajenos que no eran de mi importancia porque jamás fuimos nada.

Y me sentía estúpida queriendo decirte mi amor, queriendo reclamar algo, sintiéndome celosa porque cariño, para que me hayas hecho sentir celos, realmente fuiste alguien importante. Pero a pesar de todo eso, puedo reconocer que aún te quiero, no sé cómo, no sé con qué coraje, no sé con qué cara, no sé de qué forma pero te quiero y no sé hasta cuándo.

Y si sigo así, terminaré enredándome con mis palabras más de lo que ya lo hago, hablando de más como siempre me pasa contigo, sonrojándome por ideas que se me escapan.

Fuiste como mi ángel guardián sacado del infierno. Me salvas incluso hasta ahora en el momento preciso para hacerme sentir en la gloria pero para abandonarme en la cúspide y sentir la lenta agonía hacia el exilio que se ha convertido tu recuerdo plasmado en pequeñas letras. Y, siendo más sincera que nunca, eso es una reverenda crueldad. Pero como dice Frida Kahlo: “No podré olvidarme jamás de ti. Me recogiste por piezas y ahora me devuelves completa”. Jajaja… qué va! Soy alguien que se creyó enamorada de su ángel guardián.

Esta vez, por lo menos lo que dure esta noche que será más de 24 horas, quiero entregarme al mundo del olvido, para que así el mundo se olvide de mí. Eso debe ser todo un paraíso… casi, casi igual de perfecto al que yo cree para ambos pero que no tuve la suerte de llevarte a conocer.

Y me sigo contemplando idiota, neurótica, depresiva, acosadora, obsesiva, abandonada, desolada aun contemplando tu foto, cantándole alguna canción que en algún momento compartimos. Eso tuvo que suceder para que pueda comprender que sí existe un “felices” pero no juntos.

Comienzo a desearte suerte y abandono tu recuerdo que tomé prestado en el lugar al que siempre pertenecerá.

Antes de ti, tuve miedo de amar; te conocí y ahora, después de ti, tengo miedo de no volver a amar igual. Pero riesgos hay que correr para sentirse viva.

Lo único que puedo admirar ahora en ti es la lógica cordura con la cual me hiciste sentir mucho sin hacerme nada, sin tocarme en lo absoluto… dejándonos conectar por palabras conspicuas.

Quisiera poder tener una última salida contigo, contemplarte entero, con letras bailando en el aire pero todo es mejor así, lo he comprendido chocándome contra la realidad.

Dicen que el sol ama tanto a la luna que tiene que morir todos los días para que la otra pueda vivir. Y este amor de ilusiones torpes que fueron como mi sol, tiene que morir de la misma manera para que una luna brille en tu cielo, despejado y calmo como el mar. No sé por qué pensé que, mientras yo casi, casi me enamoraba de ti, tú no podías fijarte en alguien más. Hasta para eso fui tan tonta.

Suma algo más a mi mar de recuerdos. Algo tan profundo que podría llevar el nombre de océano.

 

http://www.youtube.com/watch?v=k2C5TjS2sh4

http://www.youtube.com/watch?v=0put0_a--Ng